1.9.10

Los suculentos petrodólares de Gaddafi

Con motivo del segundo aniversario de los tratados firmados entre Italia y Libia, el coronel Muamar al- Gaddafi ha viajado en visita oficial al país latino, no sin levantar una gran nube de polémica a su alrededor. Y no es para menos.

Como en el resto de sus viajes oficiales, esta vez también ha viajado escoltado por su séquito de 200 mujeres, conocidas como la ‘Guardia Amazónica’. Se trata de mujeres jóvenes y atractivas que, según se comenta, son vírgenes, expertas en artes marciales y armas de fuego, y con las que comparte jaima cada noche. Sin embargo, 200 mujeres no parecen ser suficientes para el coronel libio.

En su visita a Italia, y con motivo de un acto en el que Gaddafi aprovechó para divulgar su ansia de islamización en Occidente, 500 mujeres italianas fueron contratadas para el evento, pagándoles entre 70 y 100 euros a cada una. A todas ellas, azafatas y modelos, jóvenes de entre 20 y 30 años y con el requisito de medir más de un metro sesenta y cinco centímetros, la organización les pidió que acogieran con una gran ovación al líder libio, como si se tratara de un gran harén que alaba a su señor. Lo más triste de todo es que voluntarias no faltaron.

Pero aquí no queda la cosa. Con el islamismo por bandera, tres jóvenes italianas fueron convertidas a esta religión, delante de todas las presentes. Gaddafi, como no, como gran anfitrión, no dudó en asegurar que el Islam es más respetuoso con las mujeres que la civilización occidental y que “debería convertirse en la religión de toda Europa”.

Tras estas controvertidas declaraciones y tal despliegue de sexismo y humillación a las mujeres, la prensa italiana se ha echado las manos a la cabeza. Sobre todo porque su propio presidente, Berlusconi, que también más de una vez se ha visto envuelto en algún que otro lío de faldas, ha defendido la postura de Gaddafi, alegando que “en el fondo lo del coronel es sólo folclore”.

Y es que, como siempre, son los intereses económicos los que mueven las relaciones italo-libias, y los derechos de las mujeres quedan irremisiblemente relegados a un segundo plano. Desde que en 2008 se firmara el tratado de colaboración entre ambos países, Libia ha sido la encargada de no permitir el paso marítimo de inmigrantes a su querida amiga Italia. Este acuerdo permite al país latino repatriar a los inmigrantes africanos, incumpliendo abiertamente las leyes internacionales de petición de asilo. Además, Gaddafi está acusado de “graves violaciones” a los Derechos Humanos por Amnistía Internacional y las denuncias en Libia por malos tratos y torturas a los inmigrantes son el pan de cada día.

Sin embargo, ambos países se benefician del trato y esto parece ser lo único importante. Italia mantiene a raya la inmigración africana y Libia obtiene uno de sus mayores socios comerciales, con más de cien empresas italianas invirtiendo dentro de sus fronteras. El coronel libio se ha convertido ya en el primer accionista del mayor banco italiano, Unicredit.

Así que, teniendo en cuenta estas transacciones, inversiones y grandes ganancias, que permiten a Gaddafi pagar 100 euros por una naranjada, ¿qué importan los derechos fundamentales de los inmigrantes y la dignidad de las mujeres? La respuesta es clara para los dos mandatarios: nada.

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